Es esta una frase que ya estamos acostumbrados a escucharla cuando vemos en televisión a alguien en la puerta de un juzgado, o cuando ese alguien está en un plató o ante unas cámaras en cualquier calle.
Es algo curioso, porque de común, algunos la utilizan como sinónimo de "soy inocente". Pero no es lo mismo. Se puede ser culpable, culpabilísimo y tener la conciencia tranquila.