Como he contado otras veces, con los años he ido aprendiendo a ser más indulgente con mis propios defectos y debilidades, así como con las de los demás.
También he ido aprendiendo que somos animales sociales, y eso implica que, unos más y otros menos, en cierta forma, necesitamos la aprobación de los demás, e incluso aveces, llamar su atención. (Desde luego, no podríamos vivir con un rechazo generalizado).