la cosa está malamente

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09 septiembre 2021

Rock en Kabul

Ahora que Afganistán ha vuelto a ocupar las portadas de los medios de comunicación, me viene a la memoria una imagen que vi en unas noticias de televisión hace ya bastantes años.

Ocurrió algo después de que las fuerzas internacionales controlaran una parte importante del país, incluyendo su capital.

Se trataba del primer concierto de Rock que se producía en el país post-talibán.

En las imágenes se veía un grupo musical que no se distinguiría de cualquier otro de los muchos que proliferan en cualquier ciudad de casi cualquier lugar del mundo. Tocaban Rock con más entusiasmo que acierto, pero ¡qué más da!

Enfrente había unas decenas de chicos muy jóvenes (solo varones) que agitaban sus cabezas y cuerpos sin la soltura de sus homónimos occidentales que están más habituados a ello.

La verdad es que las imágenes me produjeron una enorme ternura. ¡Sólo era un grupo de jóvenes intentando pasar un buen rato!

En esta entrada no voy a tratar de analizar el conflicto en sí, ni dar mi opinión sobre si fue oportuna o no la entrada de las tropas internacionales. Me limitaré solo expresar la desazón que me produce saber que la consecuencia positiva de esa invasión, que fue la creación de unos espacios de mayor libertad, hoy ha desaparecido.

independientemente de las causas reales de la última y las anteriores injerencias extranjeras, da la impresión de que este país, a día de hoy, no está preparado para vivir en democracia. Aún pesa demasiado la tradición.

Puede que fuera una quimera pensar que el concepto de "democracia" y el de “respeto a las libertades ajenas” son algo que cualquiera desearía, como ingenuamente se pudiera pensar. Se necesita un cierto proceso  mental, y vivir imbuidos en un ambiente en que estos conceptos se valoren positivamente para que la mayoría de los ciudadanos los acepte como “naturales”. Parece obvio que una parte importante, o quizá la mayoría de los afganos está en otro momento cultural.

¿Se pudo o se intentó hacer pedagogía de los valores democráticos?, ¿estaba la mayoría de los afganos en disposición de poco a poco, entenderlo y aceptarlo? Quizá fuera una labor imposible dadas las circunstancias del país. No lo sé.

Vale, de acuerdo, eso puede ser así, pero allí, como en todo el mundo, siempre hay gente, mucha o poca, que sí que valoran y disfrutan de los espacios de libertad que estén a su alcance.

¿Qué hacemos con ellos?, ¿los abandonamos a su suerte?, ¿Cuántos serán?, ¿la pérdida de cuántas vidas se justificaría a cambio de que esas personas tuvieran más libertad en su propio hogar?

La salida de Afganistan ha tenido ese coste. El de que los que se quedan ahí y no comulgan, en todo en parte, con los talibanes han de abandonar su país, sus casas y pertenencias (si pueden), sus familias y modos de vida, y convertirse en refugiados. Los que tengan suerte en occidente y los demás, a malvivir en un campamento. Eso o resignarse a vivir bajo el yugo de la intolerancia, con los riesgos que eso conlleva para sus vidas.

Pero volviendo a la imagen del concierto, pienso: ¿Qué será de esos chicos?

Ya no hay Rock and Roll en Kabul.


Jóvenes en un concierto en Kabul


Escuela de música para chicas


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