Moral pública

Decía Churchill que el mejor argumento contra la democracia es hablar cinco minutos con el votante medio. Y es que democratizarlo todo es algo que en general está bien, pero hay que ser consciente de que esto significa dar voz y voto a la sociedad, y la sociedad dista mucho de ser perfecta.

Una de las cosas que han favorecido el ejercicio de la libertad de expresión son las redes sociales, y eso está bien, pero también reflejan esa parte negativa de lo que somos en conjunto.

Ahora, todo el mundo juzga a todo el mundo.

Si uno ve las noticias, constantemente se hace referencia a lo que dicen las redes. Obviamente, se  escogen los mensajes más estridentes o que se acercan a la línea editorial del medio.

Será el anonimato, o que el no mirar a los ojos al oponente genera una distancia que también es emocional, (y eso dificulta la empatía), pero hay mucha gente con mensajes tremendamente agresivos, y uno se pregunta si somos así, o es solo el efecto de esos factores antes comentados, pero reflejan lo que de verdad sentimos por el criticado.

También yo lo mezclaría con estos tiempos, en los que la educación, el respeto y la empatía no se enseña a los más jóvenes "por no ser unos padres represivos".

Hubo una época en la que la religión era la encargada de crear la moral pública. Eran las jerarquías de las  diversas religiones las que decidían qué era lo bueno y lo malo.

Hoy no es exactamente así. Ahora hay mucha gente que cree que puede decidir lo que se debe o no se debe hacer, y cómo se debe pensar.

Y entre ellos, se llevan la palma los defensores de lo ¨políticamente correcto¨. Concepto que nació con buena intención, y que se ha desvirtuado completamente.

Con lo insustancial de estos tiempos, son millones los que se creen con derecho a juzgar a los demás, y forman una riada de inquisidores que se lanzan con fruición e irresponsable entusiasmo sobre los teclados de un ordenador.

Siempre me ha dado miedo la gente que cree que tiene el derecho a decidir lo que es bueno y lo que es malo, pero da más miedo quien cree que puede juzgar a los demás bajo sus propios parámetros.

Incluso se recuperan conceptos, aparentemente positivos, con el objeto de poder echárnoslo a la cara unos a otros.

Pongamos un ejemplo de moda: el feminismo.

Yo pienso que el feminismo es A, B y C. Tú piensas que feminismo es C, D, y E. Pues no debato. Decido juzgarte, no bajo el prisma del respeto a la disensión o a la diferente opinión, sino bajo mi propio criterio, y YO decido que TÚ eres machista porque no encajas en mi definición de feminismo.

Y según el día que tenga, te llamaré de regalo, homófobo, racista, fascista y muchos piropos más. Y lo que es peor, lo haré en foros públicos. Llámense twitter, la opinión de un periódico o cualquier otro medio que me permita la tecnología.

Es terrible, porque lo que se pretende es la difamación, la muerte civil del otro por injusto que pudiera ser. No hay que tomarse la molestia de debatir con argumentos las diferentes opiniones. Basta con convertir al otro en un monstruo y, por lo tanto, todo lo que diga o haga estará invalidado.

Es tremendo, parece que estamos dispuestos a pasar por encima de todo, incluso del buen nombre de alguien, por el simple hecho de ¨quedar bien¨ en internet.

Quizá vivamos en una época o un país donde todos hablamos de democracia, pero en realidad, hay poca cultura práctica de la misma.

Todos sabemos que tenemos derecho a opinar, pero no tenemos tan claro que los demás tienen derecho a sostener cosas con las que no coincidimos, y tampoco tenemos tan claro que tienen derecho a su honor y dignidad. Y menos aún, que debemos tomar esta forma de pensar con total normalidad.

En realidad todo se limita a esa palabra, que por antigua, ya casi no se usa: respeto.